lunes, 21 de enero de 2013

Ir o dejarse llevar


Sufro el síndrome de Diógenes desde adolescente, siempre he tendido a acumular cantidad de desperdicios domésticos, más concretamente recortes, imágenes arrancadas de revistas, tickets, servilletas dibujadas, pósters de la calle, objetos inclasificables, retazos de periódicos, y toda índole de residuos gráficos y papeles varios.
Este fin de semana me llevé conmigo a la montaña una caja para ojearla y descubrí un texto que me gustó mucho y que escribió alguien muy acertado, con quien, huelga decir, me he sentido muy muy identificada. Mis disculpas al autor, el recorte estaba rasgado y la firma ausente.

"Cuando vives sin hacerte preguntas, tu vida la conducen las respuestas ajenas. Renuncias a tu propio aire, despliegas tus velas a brisas, ventoleras y huracanes de otros y pierdes tu propio rumbo. Y al final descubres que vas hacia donde ellos te quieren llevar.

Hacerse preguntas sin temer y sin temor es el despegue de la libertad y el gran vuelo del intelecto.

¿Por qué este hombre o esta mujer? ¿Por qué llevar este concreto estilo de vida sabiendo que hay otros posibles? ¿Por qué estas rutinas? ¿Por qué tantos amigos tan poco amigables? ¿Y por qué tan poco amigo realmente amigo? ¿Por qué esta bandera? ¿Por qué una bandera? ¿Por qué este dios? ¿Por qué aquel dios? ¿Por qué esta lucha? ¿Por qué tanta ansiedad? ¿Por qué tanta necesidad?

Alguna que otra vez, cuando llega la noche y las urgencias oscurecen, no hay nada más enriquecedor que ser espeleólogo de uno mismo: desconectar de la caja tonta para tratar de iluminar esa maravillosa, profunda y sorprendente caja negra que es nuestro cerebro.

Allí estás, tú esperándote a ti. Frente a frente ante un espejo excepcional, el único capaz de reflejar tu propia imagen en todas sus dimensiones y relieves.

Sólo eres realmente libre cuando has encontrado las respuestas a tus grandes porqués y puedes vivir de forma consecuente con ellos. Porque la libertas es la luz que te permite sentirte y ser tú mismo mientras respetas a los demás".

Ya es medianoche. Voy a bucear en mi cueva, es la hora perfecta.

^.^

viernes, 4 de enero de 2013

En la terraza del MNAC

4 de la tarde de viernes.

Café con leche largo de café y con sacarina. Mucha sacarina. No sé porqué me empeño en sustituir el azúcar por sacarina... como si las montañas de sacarina evitaran algo...
He venido a ver la exposición "Las artes de Piranesi" al Caixafórum y ya me he acercado aquí, parada obligatoria. Tenía ganas de ver esta exposición desde octubre y entre una cosa y otra no había encontrado el momento.

Aunque nunca es el momento.

Nos hallamos sumidos en toneladas de deberes diarios que nos someten a esa rutina impenitente, a ese "estar al tanto de todo", agenda completa, amigos cuidados, casa en orden, cuentas que no cojeen, familia telefoneada, pareja contenta y tus propias necesidades en la bolsa de la ropa sucia, abandonadas...
Me exaspera no tener tiempo para todo. Sé que no puedo abarcar todo, pero finalmente asumo que, resumiendo y simplificando, se trata de

elegir

Tengo una tarde libre y he de elegir entre un montón de deberes, responsabilidades y deseos, apetencias. Hoy he cerrado la puerta a los primeros y me he venido hasta el MNAC, en lo alto de Montjuic. Y me estoy tomando mi café con leche con sacarina sentada en la terraza, viendo unas vistas de Barcelona que me emocionan.

Por cierto, el café ya está frío; tengo esa extraña debilidad (por lo visto, heredada... gracias, papá).
Pero entre las nubes irreales que salpican hoy el cielo, ha asomado el sol. Estamos salvados, la estampa barcelonesa se ilumina.